viernes, 25 de noviembre de 2011

---> Centro Cultural y Auditorio de Benidorm. Navarro Baldeweg Asociados. Sala Principal. En Ejecución.

Sección Longitudinal por la plaza y la Sala del Auditorio

P0. Planta de Acceso

Sección Transversal por Salas, Danza y Conservatorio de Música

P0. Sala Auditorio

P1. Sala Auditorio

P2. Sala Auditorio

P3. Sala Auditorio

P4. Sala Auditorio

Sección Longitudinal. Sala Auditorio

Sección Transversal. Sala Auditorio

Techo de hormigón Sala Auditorio. Geometría











Autor del Proyecto: Juan Navarro Baldeweg

Concurso 1997 Primer Premio.
Obra: 2006 - En Ejecución.
Promotor: Comunidad Valenciana.

Proyecto de Ejecución:
Jaime Bretón Lesmes
Carmen Bolívar Montesa
David Marsinyach
Elena Viguru
Justo Ruiz Granados
Pablo Sánchez de Vega

Dirección de Obra:
Jaime Bretón Lesmes
Justo Ruiz Granados
Pablo Sánchez de Vega
Sabina Aparicio Belmonte
Cristina Araujo Palop
Cruz Calleja Perucho

Aparejador: Pere Puigcerver
Estructuras: Iproina. José María Fernández
Acústica: Higini Arau
Instalaciones: ARGU. Carlos Sara / Tomás Alonso
Sala: Justo Ruiz Granados
Equipamiento Escénico: Otto Projects (Tom Seix / David Pujol) + Justo Ruiz Granados
Iluminación: Ferramdesign
Constructora: UTE Dragados-Rover Alcisa


Planta de Cubiertas




viernes, 18 de noviembre de 2011

---> Auditorio de Burgos. Navarro Baldeweg Asociados. Torre Escénica. 17 noviembre 2011

Torre escénica  del Auditorio. Izado de las varas + foro de escena.

Entre el Palacio de Congresos / Auditorio y el Museo de la Evolución Humana

Torre escénica  del Auditorio. Izado de las varas.

Torre escénica  del Auditorio. Izado de las varas + foro de escena.









Torre escénica  del Auditorio. Montaje de varas + techo bajo el peine de sala y sobre  el foso de orquesta

Izado del foro


Izado del Foro 


























































 










Auditorio y Palacio de Congresos de Burgos. Juan Navarro Baldeweg. Visita de obra del 17 de noviembre de 2011. Fotos Justo Ruiz Granados. BlacBerry. Todas la fotografías son propiedad de Navarro Baldeweg Asociados SLP. Se autoriza su reproducción bajo derecho de cita.






lunes, 7 de noviembre de 2011

---> Arquitectura Eléctrica 1: El Salto de Salime. Joaquín Vaquero Palacios y Joaquín Vaquero Turcios.1940-1954

El sofá-turbina

Vista aérea de la presa de Salime

Sala de Turbinas

Iluminación en la coronación de la presa de Salime













Acceso principal

Sección del proyecto original

Planta del proyecto original

Perspectiva cónica del proyecto original y fotografía

Trazado original del teleférico y foto actual del estado del mismo

Fotografía del proceso de construcción de la presa de Salime

Fotografía del proceso de construcción de la presa de Salime

Fotografía del proceso de construcción de la presa de Salime

Fotografía de la presa de Salime en su inauguración

Trabajos en los frisos de hormigón de la entrada. 1954

Joaquín Vaquero Turcios ante la "boca de ballena"

Vista de la presa desde el poblado superior

Fotografías de los miradores y espolones

Fotografía de los miradores

Fotografía del interior de uno de los miradores

Iluminación de la coronación de la presa y la carretera superior

Diseño de una luminaria interior

Lucernarios de la sala de turbinas y gran luminaria de recepción

Interior de la sala de turbinas

Cubierta y ménsulas de la sala de turbinas

Detalle del mural de Vaquero Turcios

Mural "eléctrico" y turbinas

Gran luminaria sobre el sofá-turbina



La impresionante presa de Grandas de Salime (Asturias) es una inimaginable obra integral hecha realidad. La Arquitectura y la Ingeniería son indisolubles en este gran proyecto sobre el valle del río Navia y “La Central constituye un ejemplo de integración de escultura, arquitectura y pintura en una obra industrial, respondiendo así a un deseo de humanizar un espacio que está al servicio de la técnica”. Su diseño es majestuoso pero sin ser excesivo, la solución es cuanto menos sencilla y el resultado de gran belleza y tensión plástica. Su autor, Joaquín Vaquero Palacios (1900-1998), arquitecto, pintor y escultor, resolvió con gran eficacia un titánico proyecto y que como dirían nuestros antiguos: fue digno de ser tallado por los rayos del mismísimo Zeus. Hoy en día la presa de Grandas de Salime está declarada Bien de Interés Cultural Protegido y considerada por el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial.


Vaquero Palacios decía que la integración de las artes era una absoluta necesidad para la industria ya que "nuestra actividad actual está desbordada y nuestro organismo necesita ser apaciguado de alguna forma para sobrevivir a la tensión a que se le somete cada vez con mayor exigencia"… y el autor lo logró, vaya si lo logró.


En este proyecto intervinieron de forma activa tres generaciones de una misma familia: los Vaquero. El primero de ellos, Narciso Hernández Vaquero fue socio fundador y presidente de la empresa Hidroeléctrica del Cantábrico (HC). Su hijo, Joaquín Vaquero Palacios (1933-2010 renunció al apellido Hernández), fue el autor de este magno proyecto en el que se propuso unir funcionalidad y belleza. Quiso que en los espacios de trabajo, en los lugares en los que se genera energía, hubiera algo más que hormigón y máquinas: hubiera luz natural, confort, diseño y arte para atemperar el medio laboral. También intervino el tercero de la saga: Joaquín Vaquero Turcios, que como su padre, fue también un creador integral. Solía comentar que “la pintura y la escultura son disciplinas indisolubles a la arquitectura” (suyos son los grandes murales bajo las aguas del río Navia y el mirador colgante conocido como “la boca de ballena”).


La hidroeléctrica de Salime es una obra espectacular en todos los sentidos: el salto es de 134 metros coronada por unos espigones y miradores expresionistas que firmaría el mismísimo Eric Mendelsohn. La sección del complejo es ingeniosa puesto que la gran sala de turbinas se proyectó bajo el aliviadero y pese a estar semienterrada bajo las aguas cuenta con luz natural. Unos grandes bajorrelieves de hormigón en la entrada principal nos revelan en donde estamos: el mural alude a la energía y representa las nubes, la lluvia, las observaciones meteorológicas, la toma de datos, las aguas en libertad, las embalsadas, las compuertas, la energía, las líneas de transporte, las obras... Dentro, dos inmensos murales de 60 metros de largo por 5 de alto, obra de un joven Vaquero Turcios de apenas 23 años, relata el proceso de construcción de la central: aparece su abuelo en la primera de las imágenes y en la última, Matías Prats padre dando cuenta de la puesta en marcha de tan magna obra. En el camino, los consejos de administración de Hidroeléctrica del Cantábrico y Viesgo, que se unieron para hacer realidad el proyecto, los vecinos abandonando los pueblos anegados, el inicio de las obras, la construcción del muro del salto, el teleférico, el duelo por los fallecidos, la construcción de los cuatro poblados provisionales para albergar a los trabajadores, etc. El propio Vaquero Turcios lo relató del siguiente modo: «Llevaba aquí unas semanas viendo y viviendo la emocionantísima epopeya de la construcción de la presa; el espectáculo de la obra y el paisaje, los barrenos, las aguas, las rocas y, sobre todo, esos ejércitos de hombres que trabajaban en la obra, el poblado en el que vivían los trabajadores, los bueyes que arrastraban los castilletes, todo con medios primitivos. Era como la construcción de las pirámides, y me dije, tengo que contar eso. Y me puse a pintarlo». Sobre las ménsulas que sostienen el balcón de paso hacia el cuadro de mandos hay unas pinturas a modo de banderas en donde Vaquero Turcios se entregó en 2001 a realizar aquello que entonces proyectó y no pudo hacer debido a la censura del franquismo, cuatro perfiles: los de Picasso, Planck, Freud y Einstein y algunos de sus pensamientos. Uno de ellos, el de Picasso, advierte: "La pintura no está hecha para decorar apartamentos". Al otro lado, otro mural abstracto y de colores eléctricos nos recuerda a una descarga entre dos bornes. Los gigantescos murales ensalzan un espacio ya de por sí grandioso: la curvatura del techo de hormigón recuerda a la tensa barriga de una ballena, pero a pesar del ruido de las turbinas y de saberse uno que está bajo las aguas el espacio es ligero, la gran panza del salto de Salime parece levitar sobre la sala de turbinas gracias a unos grandes lucernarios laterales. Una catedral sumergida. Vaquero Palacios también consiguió con los elementos de más pequeña escala y de detalle enaltecer la integración entre disciplinas aparentemente diversas: el diseño de las luminarias es sublime, los pasamanos son de cobre, iguales a los cables empleados en las líneas de alta tensión, el mobiliario fue diseñado ex profeso y cabe señalar el sofá-turbina por su originalidad no exenta de comicidad. Uno se imagina allí sentado al Dr. No despachando a un 007 en unos años en los que éste ni siquiera existía.


El proyecto de la presa de Salime se inició en 1940, las obras comenzaron en 1946 y se finalizaron en 1953. En ella trabajaron más de 9000 personas, se cobraron la vida de 306 y se precisó de la construcción de un teleférico de 40 Kilómetros y 8 estaciones hasta el puerto de Navia para el suministro de materiales como el clinker, el yeso y otros materiales que se recibían por vía marítima. En su momento, fue el mayor de los teleféricos construidos en España y el más importante de Europa en su modalidad, fue diseñado por la empresa italiana especializada Cereti-Fanfani. Se construyeron cuatro pueblos provisionales para albergar a los trabajadores (la mayoría inmigrantes andaluces). Fue realizada con una gran escasez de medios y exigió burlar el embargo impuesto por la ONU, siendo importadas clandestinamente las turbinas desde el Reino Unido. El salto transformó el paisaje para siempre: anegó ocho pueblos asturianos y cinco lucenses. Levantar la que en aquel momento iba a ser la mayor presa de España y la más alta de Europa supuso la realización de una obra ingente que movió varios centenares de miles de metros cúbicos de hormigón y obligó a desviar el curso del río, a fin de dejar seco su lecho en la zona donde se levantaría el muro de la presa. Un túnel serviría de cauce provisional a las aguas desviadas del curso natural del río. Fue excavado en roca y revestido de hormigón, para lo que se precisó una excavación de 30.725 metros cúbicos. El cemento para la fabricación de hormigones se producía a pie de obra, lo que obligó a buscar una cantera próxima capaz de facilitar el enorme volumen de piedra necesaria. Solventado el proceso de producción de materiales y la construcción de los cuatro poblados que iban a dar acogida a los operarios se pusieron en marcha las obras de la presa. Se levantó un muro de tipo «arco de gravedad» con taludes del 5% aguas arriba y 72% aguas abajo, con radio de 400 metros en su coronación y con una altura sobre cimientos de 132 metros, lo que situaba la presa como la mayor de España y de Europa. En la parte superior tiene una longitud de 250 metros, por ahí discurre el paso de la nueva carretera que fue proyectada (AS-14) y en cuyo centro se encuentra el aliviadero con cuatro compuertas de 12x7 metros y una capacidad de desagüe de 2.000 m3 por segundo. Bajo el aliviadero se construyó la central, que se alimenta por cuatro tuberías de 2,50 metros de diámetro para el abastecimiento de las turbinas. Cada una de ellas acciona un generador que produce 30.400 KW a un voltaje de 11.000 voltios.


Hoy, la central de Salime continúa a pleno rendimiento, aunque en las imponentes instalaciones únicamente trabajan diez personas, nada que ver con las más de nueve mil que pasaron por las obras durante los ocho años que duraron. Es una obra admirable, y lo es mucho más si tenemos en cuenta las condiciones en que se realizó.


En el proyecto de Salime Joaquín Vaquero Palacios fue una persona comprometida con el arte en todas sus vertientes así como un feroz defensor de la multiplicidad de las artes vistas bajo un único crisol. La arquitectura, la pintura, la escultura, la literatura o la poesía no son sino expresiones diversas orientadas a un único fin: el conocimiento como la suma de saberes diversos. Como anécdotas recordaremos que se casó con la única sobrina de Rubén Darío y que en 1933 colaboró con Federico García Lorca en el diseño y construcción de los escenarios de La Barraca. Fue también persona viajera: becado en Nueva York, Méjico, París y Roma.


Quienes no conozcan el salto de Salime, en Asturias, deberían pasarse por allí en alguna ocasión: les puedo asegurar que se sentirán electrificados en aquel lugar y experimentarán una auténtica ARQUITECTURA ELÉCTRICA… ¡¡Zaaaass!!..., sin lugar a dudas.


Justo Ruiz Granados



Salto de Salime